Hace unos días se me acercó un chico y muy educadamente me
preguntó: Señor, ¿me dice la hora por favor?
El muy cretino, no se estaba dando
cuenta del daño que me pudieron hacer esas palabras.
Me tocó.
Soy de la opinión que la generación siguiente es, para bien
o para mal, consecuencia de la anterior. Es decir, cuándo oigo a alguien
quejarse de cómo es la juventud o los
niños de hoy en día, pienso en la misma situación cómo la hubo de haber vivido
el quejica.
Aplicándome el cuento y no queriendo asumir que la
diferencia de edad era una de las razones (la verdad, podría haber sido yo su padre)
quise encontrar respuesta a la situación. No la encontré.
Me hundió.
Quise volver a toparme con aquel insolente malintencionado
que tan sutilmente había dinamitado mi autoestima y ponerle los puntos sobre la
íes pero ya era imposible, el daño estaba hecho.
Le odié.
Días después, ya casi olvidado el percance, me percaté de un
detalle al cual no le había dado importancia: Mi hijo no lleva reloj.
Me sorprendió.
Para mi, los relojes son algo más que un aparato que da la
hora. Me gustan. Me encantan! Marcan estilo, tendencia e incluso status. Me
gustan sobretodo los grandes, robustos, sumergibles. Con aspecto deportivo, que
hayan subido a la luna o que hayan bajado a los abismos. De goma, de acero, analógicos,
digitales. Los suizos, los Swatch y hasta los Casio (bueno, algunos).
Le pregunté porque no llevaba reloj. Yo ya me he encargado
de regalarle alguno que otro que yo consideraba perfecto para él: anti choques,
sumergible, con luz. de colores... Y me contestó muy pragmático: “No lo
necesito”.
Me decepcionó.
Poco a poco me fui fijando en que todos los demás jóvenes de
mi alrededor no lo llevan y pensé: Son unos desmotivados, como tienen de todo
ya no aprecian las cosas, no hay nada que le llene.
Me indigné.
Retomé mi análisis inicial y me hice la pregunta que debía
de haber hecho al principio y que obvié sinceramente por mis
pre-juicios: ¿Por qué no llevan los jóvenes reloj?.
Al primero que le saqué el tema fue a mi hijo. Él, precavido
y pensando en que la pregunta podría llegar a tener segundas malas intenciones,
me contestó: Es que si quiero saber la hora ya tengo reloj en el móvil. Además
es incómodo cuando escribo, se me puede perder y prefiero que no se me
estropee. Vamos que si le hubiese preguntado uno de sus colegas le hubiera
respondido que llevar reloj es una “rayada”.
Probablemente yo a mi padre le contestaría algo parecido
cuándo me preguntó que porqué no usaba estilográfica para mejorar mi caligrafía
en vez de esos debiluchos bolígrafos. A mí, que me parecía imprescindible poder
definir mi personalidad y elegir bando entre los de Bic naranja que escribía
fino y los de Bic cristal que escribía normal.
O él a su padre, cuándo le reprendía por llevar el reloj en
la pulsera, expuesto a cualquier golpe, y no en el bolsillo del chaleco como
cualquier hombre distinguido.
Entonces comprendí que para aquel chico que me preguntó la
hora, el hecho de que yo llevara reloj en mi muñeca le determinó que debía de
tratarme con respeto y rango de Señor.
Pensé: tenemos que estar más atentos y mirar sin prejuicios
a lo que la generación siguiente nos enseñe a la anterior.
Así que a partir de ahora cuando alguien se acerque a
preguntarme la hora o quiera hacerme el joven, esconderé mi muñeca y ¡miraré el
móvil!
Bueno, no sin antes ponerme las gafas de leer.
8 comentarios:
Yo tampoco llevo reloj....¿seré de la generación de nuestros hijos? ....Geniales tus reflexiones, Edu. !!!!Gracias por tus artículos!!!!
Yo al próximo que me pregunte algo...lo tiene claro.
Si no llevas reloj para que no te moleste, no tienes derecho a molestar preguntando la hora, chavaaaal... no a los viejos... Seguro que al vago capullo le molestaba mazo sacar el iphone del bolsillo de la sudadera (no sudada) y prefirió molestar a un gentelman
¿Tiene hora señor? Si majete, si tengo...y seguir camino.
Aupa Edu:
Me ha gustado mucho tu último artículo y es que ……… , que remedio…….. , esto no para.
Además cala.
Un abrazo.
Muy bueno y con un sentido del humor de lujo
Enhorabuena
Eso nos ha pasado ya a alguno...con anterioridad.
!!!Bienvenido al club de los "vintage"!!!
jajajajaja
Acabo de releer esta última entrada del blog con una sonrisa en los labios, en parte irónica (por compartir el mismo sentido del humor) y en parte tierna por la pataleta propia de niño refunfuñón ;-P
De repente nos damos cuenta (por cosas tan nimias, pero que en su momento, escuecen, como que te llamen Señor/a) de que nos hemos hecho mayores (¡y menos mal! como dirían otros)
Observamos a las nuevas generaciones con una mezcla de orgullo y horror. Orgullo por poder ofrecerles, si no más, al menos, las mismas oportunidades que, a su vez, nos ofrecieron nuestros padres y horror, porque de repente, nos damos cuenta de que, ni por el forro, comparten o valoran del mismo modo, las cosas que nosotros sí consideramos importantes.
Recuerdo que mi primer reloj (de persona adulta) lo recibí el día de mi comunión. Efectivamente, llevar reloj era un símbolo.... significaba "ser mayor" y a esa edad, era lo que todas queríamos (aunque para llegar a serlo "de verdad" tuvieran que pasar muchos más años). Y por lo que cuentas, el símbolo se mantiene. Los niños/adolescentes de ahora, no necesitan "hacerse mayores", porque ya lo son...y desde bien niños y eso a mí "sí me toca" y de verdad. Quiero creer que nuestros hijos, somos nosotros pero con más cachivaches tecnológicos y que no hay nada nuevo bajo el sol.
Precisamente estos últimos días (igual porque se acerca mi cumpleaños) he estado recordando la niña absolutamente feliz que fui (sin móviles, "playstations", "wiis" y demás) y aún peleo por seguir siéndolo, a pesar de las canas, de que me llamen "Señora" y sí, a pesar de llevar reloj......yo también.
p.
mientras no se pase de moda me apunto al término vintage. jaaa. gracias
lo del simbolismo está claro. el reloj en la comunión era uno de los regalos estrella!!.
El paso del tiempo, a saber cada uno como lo lleva...me apunto al wabi sabi y no al botox y al just for men!!. No voy a correr por ser mayor. pero si por estar atento y aprender. no voy a perder la oportunidad de aprender con la frescura de los más jovenes y la experiencia de los más viejos. y no hablo en términos de edad.
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