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jueves, 22 de abril de 2010

SOBRE GUSTOS NO HAY NADA ESCRITO

Esta coletilla y alguna otra del estilo pueden llegar a sacarme de mis casillas.


Cuándo participo en una de esas interminables aleccionadoras conversaciones sobre lo que puede o no llegar a aportar mi profesión, me suelo encontrar amenudo con esta frase. Una frase que algún ingenuo “inculto” acuño en un no muy afortunado día y que con el tiempo ha servido a muchos atrevidos para imponer ideas, zanjar discusiones y limitar imaginaciones.

Vamos a ver, no entiendo como puede una persona querer mostrar su incultura sin ningún tipo de pudor. Si de música habláramos y alguien me dijera que Beethoven es lo más, Los Beatles los únicos o que después de Juan Pardo no ha habido ningún otro cantante más. ¿Que pensaríamos? Pues eso, lo que estamos pensando: un dudoso gusto, una limitación en los conocimientos, en las capacidades, y en los intereses.

Si alguien me ofrece como final de una conversación una frase tan insustancial como ésta, no me pongo ni siquiera a pensar en los miles de libros sobre arte, arquitectura, moda, interiorismo, pintura, artesanía, museos, colecciones, estilos, mobiliario, complementos, decoración, etc. Me suelo quedar pensando en las decenas de revistas que mensualmente educan nuestro gusto y que tan coloridas adornan los kioskos.

Por favor, antes de volver a hablar, gástese 3 € en una revista “sobre gusto” y se le abrirá un infinito desconocido mundo.

Ante: Sobre gustos no hay nada escrito.

La respuesta es: Lo que hay es poco leído.

jueves, 8 de abril de 2010

CUANDO EL TRABAJO ES PLACER

..O cuando el placer se convierte en trabajo.


Como siempre recibir un encargo de trabajo de mi amigo Juan supone un placer.
En esta ocasión he tenido la suerte de preparar una exposición en la Bodega Ysios sobre Eduardo Chillida y su relación con la tierra y los aromas.

Un artista que siempre lo he sentido “muy mío” como hace poco me decía alguien. Siempre había tenido una cierta predilección por él .
Le entiendo, me resultaba cómodo, fácil. Incluso entrañable. Sus manos. Me enorgullece ser su tocayo.

Pero gracias a Ignacio, he conocido otra dimensión del artista: la de “Aita”.
Es decir, conocer a su familia y cientos de anécdotas que no se leen en los libros. Artistas estrambóticos que pautaron su camino hacia nuevas formas. Sonidos que le llevaron a experimentar nuevos materiales. Noches velando un horno para vigilar una pieza.
Paseos llenos de arte en “la jardinière”. Veranos en Francia trabajando en camiseta a la sombra de un árbol. Desahogos golpeando el hierro para modelar una pieza. Sueños de Quijote demolidos con excavadoras. Amigos con helicóptero que hacían de transportistas ocasionales. Viajes culturales en familia. Y una partenaire navarra de ideas firmes.

Gracias a ti, Ignacio.

Mitxel, Gonzalo. Es un placer trabajar con vosotros.