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lunes, 23 de abril de 2012

ARTAZA


























En una de mis habituales rutas, paso por delante de un edificio de principios del siglo pasado. Un palacio emblemático construido con una clara influencia de la arquitectura tradicional inglesa, muy al gusto de la zona en esa época . Fachada y chimeneas de aparejo de ladrillo, enmarcados de piedra, escudos, arcos tudor y carpintería con ornamentos vegetales. Una maravilla.

Un magnífico jardín lo guardaba y lo distanciaba de miradas. Más por rubor que por pudor cuando las clases sociales se sabían distintas y se limitaban a guardar orgullosas sus destinos. Los ricos ricos, los pobres pobres.  Ni los ricos eran más pobres ni los pobres eran más ricos. Al más puro estilo “Arriba y abajo” *

Invitado por mi buen amigo Capi, tuve la suerte de conocer las “tripas” cuando se estaba realizando su reforma para darle su actual uso: alojamiento de mandatarios, ilustres visitantes en visita oficial, celebración de actos protocolarios, fiestas, eventos varios e incluso aposento ocasional de personalidades en sus escapadas no oficiales atraídos por la oferta culinaria sobre mantel de cuadros de alguna taberna encartada.
Salones con empanelados de madera, puertas espejadas, escaleras de generosos peldaños, suelos de parquet y tarima de roble.
 Poco a poco se fueron reconduciendo, reformando, rehabilitando, reubicando y reestructurando para poder alojar las nuevas instalaciones que las comodidades actuales demandaban. Desde las antiguas caballerizas, hasta la capilla, despachos o galerías fueron rejuveneciéndose.
Muy evocador y fascinante.
Actualmente, el jardín se ha convertido en parque público. Lugar de paseo, de juego, de encuentro, de botellón y de improvisado campo de volei. Todo ello muy democrático y justo.
Nos separan muchos años, una revolución industrial, una guerra civil, cambios sociales, acercamientos clasistas y aburguesamiento de la sociedad. Lo que hace que los pobres y los ricos nos miremos desde más cerca. El edificio pasó a ser del pueblo, para el pueblo pero sin el pueblo.
En la entrada a la antigua finca flanqueando la puerta dos figuras de leones rampantes, verja y arco de piedra tallada. Al uso, se construía una pequeña vivienda para las personas encargadas de cuidar la entrada y de algunas de las labores propias y necesaria tanto dentro como fuera del edificio principal. Dicho edificio, representaba en estilo, materiales y acabados al principal.


Pero no podemos dejarlo así, el pueblo se merece catar la esencia de lo visto y después de un buen paseo, o en vez de él, necesita sus espacios de receso y recreo.
 Y que mejor opción en una tierra como la nuestra que aprovechar dicha joya para poner un bar. Lugar estratégico para paradas cortas, cafés rápidos o largas sobremesas con los niños entretenidos balón en ristre y sonido de autovía de fondo.
Soy de la opinión que cada uno debe de ser responsable de lo que hace más que responsabilizar al que deja hacer. Pero creo que deberíamos de plantearnos ayudar al que no  entiende, enseñar al que no sabe y hacer fijarse al que no ve para que el que ha puesto el contenedor, no sólo vea una acera, el que ha puesto el letrero, no sólo vea un bar, y el  que ha hecho la pintada no sólo vea una pared.


* Serie inglesa emitida en los ochenta y que representaba la sociedad jerarquizada inglesa en la que los señores vivían arriba con sus estrictas reglas y en la parte de abajo la no menos protocolaria, jerarquizada y estricta servidumbre.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

es el escrito que has hecho hasta ahora que más me gusta. Ni tan cañero ni tan empalagoso.

Anónimo dijo...

Que fácil es criticar. ¿Tú que harías?

eduardo susaeta interiorista dijo...

Lo primero quitar ese rótulo y poner uno luminoso móvil con relog y termómetro que los días de caravana es más práctico. Quitar ese contenedor y poner por lo menos tres: verde, azul y amarillo. !Que hay que reciclar! y por supuesto ofrecerle al del spray una gama más amplia de colores. Sólo en negro la firma queda triste.

Anónimo dijo...

Hace tiempo que me dí cuenta que algo raro había pasado con el Palacio de Artaza, ya que lo veo descuidado. Me parece bien que lo podamos disfrutar, pero debemos cuidarlo y mimarlo como se merece.
Así que !!POR PAVOR!! no lo lleneis de ranchitos.

eduardo susaeta interiorista dijo...

muy bueno! el término ranchito lo define perfectamente!!

Anónimo dijo...

Un recreo entre papeles y emeils:) desestresante, interesante, aleccionador, coherente y congruente.

Anónimo dijo...

Algunos compartimos la mirada que trasciende al tiempo, a la mayoría les basta el aquí y ahora. ¿Cuán importante es, para quién y en qué momento?